Bellas historias de una maravillosa escritora



Porque creemos en todo lo maravilloso de la imaginación , aquí os dejo una bonita historia, escrita por Soraya, 
Nos encantaría que la leyeseis y dejarais comentarios.
Muchas gracias 





El día del Vampiro y la Glaistig.
El 14 de febrero no es simplemente el día de san Valentín para todo el mundo. En el lejano y maravilloso reino de Gontheryn, ésta fue una fecha celebrada con amor y alegría hasta que un día, hace mucho tiempo, la víspera de ese día ocurrió algo que convirtió a San Valentín en el día del Vampiro y la Glaistig.
Y este día, no es un día para celebrar, sino para recordar. Y lo que se recuerda es la noche del 13 de febrero, cuando pasó algo bastante desagradable y, la verdad, muy poco romántico.
Era el día 13 de febrero de hace cientos de años, al inicio de los tiempos antiguos de Gontheryn y las gentes de la Capital del reino (que por aquellos tiempos era una población llamada The Circle) se preparaban para una de sus celebraciones favoritas: San Valentín. Todos parecían extrañamente ilusionados y un poco “atontados” por el amor, aquel año. Incluso los que no estaban enamorados se habían contagiado de ese ambiente de aturdimiento absurdo generalizado y estaban especialmente distraídos.
Todo el pueblo parecía esforzarse por evidenciar el amor, tanto que en algunos casos llegaba a resultar insultante para los que se sentían ajenos a aquella atmósfera de idílica felicidad.
Precisamente lo que le estaba ocurriendo a una Glaistig que vivía en el estanque más cercano del gran bosque que rodeaba la población: el Deep Forest.
Como todo el mundo sabe, una Glaistig es un hada malévola que suele habitar los lagos y estanques cercanos a los pueblos ya que se alimenta de la sangre de los hombres jóvenes que se acercan demasiado. Ésta en concreto se valía de su increíble belleza para atraerlos hasta el agua y allí los devoraba. Para ello, siempre llevaba un hermoso vestido en tonos verdes y muy largo que dejaba al descubierto sus excepcionales atributos femeninos (al tiempo que ocultaba convenientemente sus patas de cabra).
Las Glaistig son, por tanto, unos seres realmente peligrosos… para los hombres. Sin embargo, aquella Glaistig iba a resultar ser peligrosa para el pueblo entero, aunque los muy ingenuos, ni siquiera se habían dado cuenta.
Si alguien me preguntara varias veces a lo largo de mi vida sobre esta cuestión, mi respuesta nunca cambiaría: preferiría, una y mil veces, enfrentarme a cualquier criatura oscura que fuera del género masculino, antes que vérmelas con un ser femenino cabreado. No me importa si se trata de un vampiro, de un licántropo o de un odioso Fir Darrigh… nunca sería tan horrible como un ente femenino. Pero esa es solo mi opinión. A pesar de la cual, The Circle no dejaba de alimentar el odio de esa Glaistig.
Igual que al resto de las hadas, ésta no solía interesarse en el amor por su condición de espíritu superior, por su amplia y racional inteligencia y su carácter independiente. Y es de esperar, que el amor que manifiestan otros pase inadvertido para ellas. No obstante, el amor pegajoso y empalagoso de ese pueblo estaba provocando la furia incontenible de nuestra Glaistig pues era el culpable de mantener a los hombres tan embobados que ya ninguno se interesaba por ir al bosque en busca de aventuras. Hacía siglos que la Glaistig no se saciaba de sangre y la sensación de estar hambriento es, como sabréis, muy molesta.
Una Glaistig hambrienta, enfadada, y por qué no decirlo, muy aburrida era como una bomba a punto de estallar y de reducir a cenizas el pueblo y esa sed que la volvía loca crecía más y más en ella. Mientras flotaba en las aguas heladas de su estanque, se dejaba llevar por ensoñaciones en las que atacaba el pueblo volviendo a ser poderosa y temida como en tiempos pasados.
Por desgracia, Ella sabía que sola no conseguiría nada. Antes de que hubiera desgarrado un par de gargantas, el pueblo entero la habría rodeado.
Y por esas cosas del destino o de la suerte (al menos para ella) justo ese día, pasó cerca de su estanque un vampiro.
Y era extraño ver a uno por el Deep Forest ya que no solía albergar ese tipo de criaturas. No es que el bosque no tuviera habitantes peligrosos (en ese aspecto no andaba precisamente escaso) pero eran seres especiales y propios del lugar y era sorprendente ver a un no muerto por allí.
El sol se ponía justo cuando el vampiro divisó a los lejos (muy, muy lejos) el estanque y la figura que había en él. El pobre debió pensar que era una doncella perdida y la boca se le hizo agua, así que de una carrera se plantó frente en él. Y con una sola mirada de cerca, se dio cuenta de su error.
-Vaya, creí que eras una humana y que por fin podría saciar mi sed- le dijo el vampiro con fastidio.
La Glaistig ni se inmutó, pues le había visto venir de lejos, así que siguió limpiando sus pezuñas mientras su faldón verde flotaba en la superficie del agua como lo haría un pez muerto en la superficie de su pecera.
-Si esa es tu intención te has equivocado de sitio- le respondió.- En este lugar hace siglos que nadie puede saciar su sed.-
El vampiro dio un puntapié a una roca que salió disparada fulminando en su trayectoria un par de árboles cercanos. Se sentía frustrado.
Había viajado durante meses buscando un lugar donde asentarse, un pueblo con gente regordeta y saludable (es decir, con buena y abundante sangre y a la que no hiciera falta perseguir para atraparlos). Había oído hablar de The Circle y por eso había acelerado el ritmo de su viaje hasta allí, pero al llegar se encontró con un problema: era un pueblo mágico.
-Así que te han dejado con la miel en los labios ¿eh?- siseó la Glaistig con una sonrisa torcida. El vampiro no entendió lo que quería decir esa expresión humana (¿Por qué le hablaba de miel siendo él un chupasangre?), pero lo que sí entendió es que se burlaba de él.
-¿Te ríes de mí? ¿Tú? ¿Qué estás en los huesos y tus atributos atrayentes se han empequeñecido tanto que parecen dos simples arrugas de ese viejo vestido?-
La Glaistig levantó la cabeza de golpe como si le hubiera caído un rayo. Fulminó al vampiro con sus terribles ojos verdes cargados de desprecio, pero éste no se amilanó.
-Yo no puedo entrar en el pueblo, pero si pudiera se iban a enterar esos humanos- Sentenció mostrando sus colmillos.- ¿Cuál es tu excusa?-
Se vio tentada a contarle lo poderosos que eran los magos que vivían allí y que por eso, entrar e intentar masacrarlos era casi un suicidio… pero aquel tonto había hablado más de la cuenta y le había dado una gran idea al hada.
-Para tu información llevo tiempo planeando atacar y reducir a ese pueblo- explicó.- Sólo estoy esperando el momento propicio.-
-¿Y cuál es?-
-Precisamente esta noche. La gente está tan atontada celebrando San Valentín que es el mejor día para caer sobre ellos.-
El vampiro se sentó elegantemente ( pues así lo hacían todo, los vampiros) junto al borde del estanque y la Glaistig siguió con cuidado todos sus movimientos para no perder detalle de su expresión.
-¡San Valentín!- bufó el vampiro.- ¡El amor! ¡Sólo por eso debería ir y despedazarlos a todos!-
El hada arqueó las cejas, encantada.
-¿Qué pasa? ¿Alguna dama vampiresa rompió tu corazón y pateó tu trasero?- En un ágil movimiento, el vampiro se incorporó y capturó en su fría mano el esbelto cuello de la Glaistig que no logró anticipar ese movimiento.
Acercó su rostro al de ella, tenso y apretado, sus ojos ardían, rojos, por un súbito odio palpitante y visceral.
-¡Ten mucho cuidado con lo que dices, bruja!-
Ella sostuvo su mirada aparentando calma, aunque en su interior estaba cada vez más emocionada.
-Lo primero y más importante: no vuelvas a tocarme- y con un simple soplo de su magia oscura se adueñó de la torpe voluntad del vampiro y le hizo retirar la mano (y después se la retorció durante varios minutos).- En cualquier otro momento te habría sacado las entrañas por ponerme un solo dedo encima, pero hoy no.-
-¿Ah no?- La Glaistig recuperó su sonrisa en lo que su amigo se frotaba la mano.
-No, porque estás enfadado y no pasa nada.- le explicó.- Yo también estoy enfadada y hambrienta desde hace mucho tiempo. Pero hoy, todo eso va a cambiar.-
Se recogió el vestido para salir del agua dejando al descubierto sus patas de cabra relucientes.
-Y si tú me ayudas, habrá comida para ti.-
El vampiro también se puso en pie (¡no iba a ser menos!) y cruzó sus largos brazos.
-Te recuerdo que yo no puedo entrar en el pueblo.-
Y os estaréis preguntando por qué.
¿Conocéis el mito que dice que un vampiro sólo puede entrar en una casa si es invitado? Pues aunque la mayoría de las veces esto es totalmente falso (sí, un vampiro podría fácilmente colarse en vuestro cuarto mientras veis tranquilamente Crepúsculo) en el caso de los pueblos mágicos sí que es cierto. Los vampiros no pueden entrar en un lugar con magia a no ser que algún vecino le invite.
-Yo puedo conseguir que algún hombre te invite a entrar-
No obstante aquel vampiro, pese a lo que aparentaba, podía no ser lo bastante tonto como para dejarse engañar y de hecho, supo ver algo extraño en el entusiasmo del hada.
-¿Y por qué ibas a ayudarme y a compartir la sangre conmigo?- le preguntó.- Resulta obvio que la generosidad no es una de tus virtudes, más si lo es el arte de manipular a los hombres, pero lamento decirte que conmigo tus jueguecitos no funcionarán. Si quieres que vaya es para usarme de cabeza de turco.-
Por supuesto que podría haber usado sus armas de seducción y, por supuesto que éstas habrían funcionado con él, pero el tiempo apremiaba y debía ser rápida, por lo que usó un modo más directo y eficaz.
-Qué patético y ridículo eres…- le soltó. El vampiro parpadeó anonadado pero se cuidó de volver a tocarla.- ¿Qué diablos te ocurre? ¿Acaso no estás hambriento? ¡Y yo te ofrezco miles de vidas en bandeja y tú las desprecias! ¿Acaso debo recordarte todo lo que te han hecho esos humanos? ¡Te han reducido a ti y a toda tu raza a meras leyendas, a cuentos siniestros para asustar a los niños como si fueras un insignificante goblin! ¡Te han condenado al exilio y a la noche eterna! ¡A vivir para siempre en las sombras!-
Aquellas palabras calaron tan hondo en el frío y adormecido corazón del vampiro que olvidó todos los insultos y durante unos instantes reflexionó sólo en aquello. Por suerte para ella, aún habiéndolo exagerado todo tanto, eran verdades que el vampiro ya conocía y a las que, con el paso de los siglos, se había acostumbrado. Pero traídas de nuevo y presentadas ante él de ese modo, volvían a doler desgarradoramente como si acabaran de herirle en su orgullo.
-¡¡Malditos humanos!!- exclamó temblando de una ira casi incontrolable.- ¡¿Cómo hemos permitido que algo así sucediera?!-
-¡Por supuesto!- le animó la Glaistig.- ¡Fíjate en lo que han hecho contigo! ¡¡Y conmigo!! ¡Me tienen aquí desterrada y humillada en un estanque que es un pozo de podredumbre! ¡Yo que me he alimentado de la sangre de reyes, príncipes, guerreros fuertes y valientes! Puede que algún conde… ¡Pero jamás me rebajé más allá de un duque! Y ahora… he tenido que conformarme con… con… campesinos sucios e ignorantes para sobrevivir…- Tuvo que detenerse a coger aire porque se había dejado llevar por su propio odio. Hasta el vampiro la miraba con una mueca de compasión que le revolvió el estomago.- Yo no me merezco esto… y tú tampoco.-
-¡Claro que no! ¡Claro que no!- exclamó él. Su sed de sangre se había tornado insoportable y el odio le provocaba un cosquilleo en su piel helada que le exigía una lucha pronto.-¡Vamos a hacérselo pagar!-
-Lo haremos, amigo mío- asintió ella y al sonreír sus colmillos brillaron bajo la intensísima luz de la luna llena que parecía reír con ellos desde el cielo.- Les daremos un San Valentín que no olvidarán.-
Como suele pasar justo antes de que ocurra algo realmente malo, había una calma especialmente deliciosa en The Circle. Y aunque no hubiese sido así, era la víspera de San Valentín y todo el mundo intentaba controlar una expectación desbordante por lo que pasaría el día siguiente. Nadie que está tan pendiente por algo que recibirá en un futuro próximo es capaz de percatarse de que se le viene encima algo horrible, como era en este caso: dos monstruos bebedores de sangre cabreados y realmente motivados.
En los límites del pueblo que rozaban con el bosque, había un hombre que estaba tan distraído observando la redondez de la luna (porque le recordaba, en algún sentido, a una muchacha del pueblo que le gustaba) que no se percató de nada extraño cuando las dos figuras misteriosas emergieron de las sombras.
Alguna neurona activa que quedaba en su cerebro sí que se sorprendió por el aspecto, un tanto extraño, que tenía el hombre de la pareja: era joven y extremadamente pálido y vestía unos ropajes tan antiguos que ni siquiera conocía sus nombres.
Pero justo después, se fijó en la mujer que lo acompañaba y esa pequeña neurona que coleaba cayó como si una flecha la hubiese atravesado. Era la mujer más hermosa que jamás había visto: alta y esbelta, con una piel de porcelana de un tono rosado pálido que recubría su rostro sin imperfecciones o marcas. Sus ojos eran dos esmeraldas refulgentes, su nariz, recta y elegante y su boca roja parecía hablarle sin que ningún sonido saliera de ella. Y cuando le habló de verdad, las palabras se convirtieron en dulces y melodiosos cánticos que hablaban de él.
-Buenas noches- le dijo la mujer.
-Sí- fue lo único que el hombre puedo decir.
-Somos un par de viajeros que han recorrido un largo camino- Le explicó. Una de sus manos jugueteaba con sus largos cabellos pelirrojos y la mirada del hombre se entretuvo en seguir esos movimientos como si nada más existiera.- Y este parece un pueblo agradable donde descansar.-
-Sí-
-Nos encantaría pasar aquí la noche.-
-Sí-
-Pero… no deseamos importunar a nadie con nuestra llegada.-
-Sí-
El vampiro, impaciente, la miraba instándola a que hiciera algo más, pues necesitaban su invitación formal para poder entrar y aquel hombre parecía estar demasiado impresionado por la belleza del hada como para decir otra cosa que no fuera “Sí”.
La Glaistig le dirigió, entonces, una de sus sonrisas más deslumbrantes y el humano avanzó hacia ella como si una fuerza invisible tirara de él.
-¡Quedaos!- exclamó con urgencia.- ¡Vos y… vuestro amigo podéis quedaros en nuestro pueblo esta noche y todo el tiempo que os plazca! ¡Adelante, pasad!-
La sonrisa deslumbrante fue sustituida por una mueca de burlona malicia cuando se giró hacia su compañero.
-¿Qué tienes que decir ahora de mis atributos?-
-Mis disculpas, querida amiga- el vampiro ya se relamía sin apartar los ojos del hombre. Sin poder resistirse más, se lanzó a su cuello.
La Glaistig se adelantó poniendo los ojos en blanco por la vulgaridad de su acompañante.
-Date prisa con ése- le dijo.- Yo también tengo hambre y necesito encontrar el agua.-
Una vez dentro del pueblo, la masacre que se desató fue terrible. El vampiro correteaba por las calles como un niño con sobredosis de azúcar atacando, al principio, a todo aquel que se encontraba y en pocos minutos los dejaba secos. No tardó mucho en estar saciado, pero se había apoderado de él un ánimo eufórico que no le dejaba parar de perseguir y morder a cuantos se cruzaban en su camino.
A veces sólo probaba unas gotas de su sangre y después los dejaba, a otros sólo los mataba por placer impulsado por el odio que las palabras de la Glaistig habían avivado en su interior. Se sentía pleno, poderoso, embriagado por los gritos de terror que inundaban sus oídos, extasiado por las súplicas que le dirigían los que intentaban, inútilmente escapar. Era como si hubiera rejuvenecido 200 ó 300 años de golpe.
Fueron horas de terror en The Circle, ya que los dos juntos mataron e hirieron a una considerable cantidad de personas.
Si bien era verdad que fue uno de los actos más crueles y deleznables que han ocurrido jamás en Gontheryn, era obvio que el estado de ensoñación amorosa en la que se encontraba la mayoría de la gente propició que la masacre fuera aún peor. Pues estaban tan abstraídos que no lograban reaccionar a tiempo cuando el vampiro se abalanzaba sobre ellos. Y no fue el único que gracias a eso quedó bien satisfecho.
La Glaistig, que se había sentado a lavar sus cabellos en la gran fuente de la plaza del pueblo, gracias a sus malas artes, atrajo a un sinfín de hombres jóvenes y atractivos que ahogó y desangró con sus propias manos. Incluso aquellos que pasaban en una acelerada carrera huyendo del otro asesino, se detenían al verla y eran atraídos hasta su danza oscura entre las aguas.
Pero finalmente, la gente del pueblo pudo contraatacar. Los humanos, cierto es, no podían hacer mucho pero ahí estaban los magos y brujas que habitaban allí para responder por sus convecinos. Se dividieron en dos grupos y mientras uno luchaba para capturar al vampiro; el otro apresó a la Glaistig que se entregó a ellos con sospechosa docilidad.
La fuerza y la velocidad del vampiro, aún incrementadas por la abundante sangre recién ingerida, no fueron suficientes para vencer los hechizos y sortilegios de los magos que no tardaron mucho en apresarle también.
El primer impulso de los captores fue, lógicamente, acabar con las terribles criaturas que habían atacado su hogar, no obstante pudieron controlarse y decidieron avisar al Círculo de Gontheryn para que ellos decidieran qué castigo aplicarles.
El Círculo de Gontheryn estaba formado por 6 sabios, de los cuales 3 eran humanos y 3 eran magos, gobernaban en Gontheryn porque en aquellos tiempos el trono permanecía vacío (aunque esa es otra historia).
Encarcelaron a los prisioneros y el pueblo aceptó que fuera el Círculo quien decidiera sus destinos. De modo que, fueron avisados y desde el amanecer del 14 de febrero, los sabios permanecieron reunidos en el castillo de Gontheryn.
Como bien he dicho, el círculo estaba formado por 3 humanos: Ógra, Dinhn y Salann; y por 3 magos y brujas: Siúcra, Eedjit y Cailín.
Hacía miles de años que todos convivían juntos, ya fuera gobernando Gontheryn en ausencia del rey o cuidando  y guiando a los distintos monarcas. Siempre habían sabido ponerse de acuerdo y sus decisiones eran precisas y acertadas, y por tanto, respetadas por todo el pueblo. Para ello, debatían sin descanso entre ellos y juntos decidían.
Pero… en estos últimos años y después de haber tenido que pasar tanto tiempo juntos (encerrados en un castillo la mayor parte de esos miles de años), les era más difícil ponerse de acuerdo. A pesar de su longeva existencia, por efecto de un encantamiento no aparentaban más de 17 años y sus jóvenes cuerpos repletos de las hormonas típicas de la adolescencia, en ocasiones, les causaban problemas.
-¡Ambos deben morir!- sentenció Dinhn.- Y no hay más que hablar. Después de lo ocurrido, es lo justo.-
-Dinhn…-
-¡Porque tú lo digas!-
-¡Eedjit!-
Cailín suspiró sonoramente. Se estaba convirtiendo en una costumbre que en todas las decisiones que tenían que tomar, Dinhn y Eedjit, los únicos chicos del Círculo, tomaran posiciones contrarias y ella tuviera que mediar.
Eedjit siempre la acusaba de ponerse del lado de Dinhn de forma incondicional y mucho se temía, que en esa ocasión demostraría de una vez por todas que no era verdad.
-Dinhn… escucha- le dijo ella suavizando la voz todo lo que pudo.- No podemos matar a la Glaistig. Es un hada a pesar de todo… y ningún gontheryano, sea cual sea su condición, puede dañar a un hada. Está prohibido.-
-¡¿Quién lo dice?!-
-Lo dice la ley, mendrugo-
-¡Eedjit basta!-
-Pero Eedjit tiene razón- intervino Salann, diplomática y conocedora de todas las leyes que regían en su reino.- Y no es sólo la ley. También forma parte de la Magia Ancestral.-
La Magia Ancestral eran un conjunto de pactos mágicos que habían formado las primeras hadas con los primeros humanos cuando Gontheryn fue creado. Uno de esos pactos, dejaba bien claro que estaba prohibido que un gontheryano hiriera a un hada del bosque y, en el caso de que la matara, una terrible maldición caería sobre todos los habitantes del reino durante 9 años.
Y todos en aquel Círculo sabían bien que la Magia Ancestral siempre se cumplía.
-¡Aún así! El pueblo no aceptará que dejemos en libertad a un hada asesina- insistió Dinhn.
-No podemos maldecir a todo el reino por un hada- declaró Eedjit.- El hada tiene que vivir. La desterraremos al bosque para siempre.-
Dinhn sonreía de pura incredulidad por todo lo que oía.
-¿Quién más apoya eso?-
Eedjit fue el primero en levantar la mano, aunque no era necesario y fue seguido por Siúcra y Salann; Ógra la levantó también pero muy a regañadientes.
Dinhn miró a Cailín, y supo que estaba poniendo todas sus esperanzas en ella, por eso sintió un profundo dolor en su corazón cuando levantó la mano.
-Lo siento- murmuró.
Dinhn miró uno a uno a sus compañeros (aunque ignoró magistralmente a Eedjit)  y asintió como si de verdad aceptara aquella decisión. Después se puso en pie arrastrando su sillón y en pocas zancadas dejó la habitación.
Cailín se levantó de inmediato y le siguió, aunque aún tuvo tiempo de ver por el rabillo del ojo la sonrisilla de autosuficiencia de Eedjit, lo cual hizo que diera un sonoro portazo al salir.
Dinhn seguía allí. Seguramente porque sabía que ella le seguiría.
-Dinhn… lo siento de veras-
-Así que ahora te pones de su lado- la mirada que le lanzó fue tan glacial que la bruja sintió un escalofrío.- Eedjit debe estar eufórico.-
-No, no es eso- le cortó ella.- Nuestro deber es tomar siempre la mejor decisión para el reino… aunque algunos no lo entiendan ni lo compartan…-
-¡Nadie lo entenderá!-
-¡¿Y tú?! ¡¿Tú me puedes entender esta vez por todas las otras veces que yo te he entendido y apoyado?!-
Dinhn la observó algo sorprendido, pero al final tuvo que desviar la mirada. Una extraña sonrisa recorrió su rostro un instante y se desvaneció al siguiente.
-Tú siempre has tenido mi apoyo-le respondió. De uno de los bolsillos de su bata sacó una preciosa rosa en tonos azules y se la tendió. Cailín no sabía qué responder, así que simplemente aceptó la flor en silencio.- Feliz San Valentín, Cailín-
Y se alejó de ella con pasos rápidos.
-¡Dinhn!- Cailín intentó llamarle e intentó también pensar en otras formas de explicarle su decisión que le demostrara que seguía apoyándole, pero estaba totalmente descolada. Dinhn no solía enfadarse de verdad y mucho menos con ella.
El sonido de la puerta y de nuevos pasos que se acercaban la sorprendieron mirando la flor aún con tristeza.
-¿Cailín?- Era Eedjit, la última persona con la que quería hablar en esos momentos.
-Eedjit por favor, avisa a alguien para que comunique a los apresados nuestra decisión y ordena que lo dispongan todo- se lo dijo de carrerilla porque tenía la intención de escabullirse lo antes posible, pero antes de que se alejara lo suficiente Eedjit la cogió del brazo.
Había esperado con ansía el momento en que la alianza entre Cailín y Dinhn se debilitara, aunque fuera sólo un poco y la emoción que sentía era tan intensa que probablemente no le dejó pensar con calma lo que dijo a continuación.
-Cailín, olvídalo… habrá muchas cosas que Dinhn no podrá entender como tú y yo… después de todo, él es sólo un humano.-
Entonces Cailín, que al principio ni siquiera creyó posible que Eedjit hubiese dicho algo así, se giró hacia él echando chispas, literalmente, por la punta de sus dedos.
-¡No vuelvas a hablar así de Dinhn ni de ningún otro compañero del Círculo!- gritó con las mejillas encendidas por la furia.- ¡Y haz de una vez lo que te he dicho!-
Y se alejó de allí casi corriendo por la urgencia de perderle de vista lo antes posible.
Eedjit se sintió terriblemente avergonzado y humillado por lo que había pasado con Cailín, así que en un intento por aligerar el peso de esos nefastos sentimientos, no sólo cumplió su orden, sino que fue él mismo quien bajó a ver a los presos que se encontraban en las mazmorras mágicas.
No se ando con demasiadas florituras, pues era simple el mensaje que tenía para ellos: Se había decidido que, como castigo por sus actos atroces, el vampiro sería ejecutado con los últimos rayos del sol y la Glaistig sería desterrada al bosque mediante un poderoso encantamiento por siempre jamás.
Y se marchó.
Al vampiro, que ya se le había agotado toda la euforia por la sangre, experimentó justamente lo contrario: un súbito arranque de pánico porque sabía que iba a morir. Y por más que intentó liberarse, la magia lo tenía totalmente atrapado así que acabó aullando, aterrado.
-¿Podrías dejar de lloriquear? Me fastidias- le soltó la Glaistig con su habitual serenidad. El vampiro la miró desde su cubículo.
-¡Tú, arpía! ¿Cómo es que a ti no te harán nada?-
-No pueden-
-¿Cómo que no pueden?-
-Es Magia Ancestral. Ningún gontheryano puede hacerme daño.-
La tensión y el miedo eran como proteínas para el desquiciado cerebro del vampiro que trabajó rápido y se dio cuenta de lo que estaba pasando en realidad.
-Tú lo sabías… ¡Sabías lo que pasaría y que tú estarías a salvo mientras que a mí…!- la sonrisa amplia del hada fue como una bofetada para el vampiro que intentó atraparla con sus garras a través de los barrotes, aún sabiendo que no era posible.-¡¡¿Por qué?!! ¡¡Bruja!! ¡¡¿Por qué me has hecho esto?!! ¡¡Tú sola podrías haber venido, yo no te hacía falta!!-
-Claro que me hacías falta…- contestó, usando otra vez ese tono de falsa dulzura.-… si hubiese venido sola, ni siquiera las terribles consecuencias de la Magia Ancestral me habrían salvado de la sed de venganza del pueblo. Pero gracias a ti, yo sobreviviré. Tú eres el sacrificio que el pueblo exige.-
El vampiro estalló furioso en una barbarie de insultos y maldiciones que a la Glaistig le resbalaron. Y aún seguía agitándose y gritando cuando los magos vinieron a buscarle.
Mientras lo arrastraban hacia la puerta pudo ver la sonrisa de victoria del hada y lo último que hizo antes de que lo expusieran a los rayos del sol, fue maldecirse a sí mismo por haber confiado en ella.
Aquella misma noche (la de San Valentín), la Glaistig fue llevada de vuelta a su estanque y a él se la encadenó con un potente hechizo que nadie rompería jamás y como todos conocían su historia, se cuidaron mucho de pasar por allí. De modo que su castigo fue soportar el hambre y la sed durante toda la eternidad.
Como dije al inicio, esta no es una fecha para celebrar sino para recordar y con ese único objetivo, en Gontheryn, esta historia ha pasado de padres a hijos.
En un intento de extraer una moraleja o algo parecido a esta terrible historia (y sólo porque a los gontheryanos les gusta sacar el lado positivo a todo) os diré: hay que estar siempre alerta, cuidaros de dejaros llevar por la fantasía del amor sólo porque sea el 14 de febrero y no distraigáis a los demás con vuestros delirios románticos porque nunca se sabe quién puede estar planeando algo. Cierto es, que lo más probable, es que no se trate siempre de algún monstruo sediento de sangre como ocurre en nuestra historia pero ¿Para qué arriesgarnos por un tema tan poco interesante?
¡Feliz día del vampiro y de la Glaistig!



No hay comentarios:

Publicar un comentario